Agricultura urbana: algunas reflexiones sobre su origen e importancia actual (Resumen)
Las prácticas agrícolas urbanas no son recientes y
han estado representadas principalmente por jardines-huerto y huertos,
que han formado parte siempre del paisaje urbano. Desde la década de
1980 los huertos urbanos han ido ganado importancia y adquirido nuevas
características relacionadas tanto con la soberanía alimentaria, la
calidad de los productos que consumimos y la generación de empleo, como
con la mejora de la calidad de vida, la educación ambiental, las
relaciones sociales, la transformación social y la regeneración urbana.
Para esto han sido importantes los movimientos sociales, la
concienciación y la organización ciudadana; en las últimas décadas han
presionado a sus gobernantes y también han colaborado en la
planificación y creación de nuevos espacios de ciudadanía, de
intercambio de experiencias y de desarrollo de actividades ecológicas.
En este trabajo reflexionaremos sobre su evolución histórica, su
importancia actual y su finalidad en diversos países y regiones.
Palabras clave:
agricultura urbana (AU), huertos urbanos, agricultura ecológica,
soberanía alimentaria, participación ciudadana, educación
medioambiental.
Urban agriculture: some reflections about the origin and current importance (Abstract)
The agricultural practices are not new and have
been represented mainly by gardens and vegetable gardens, which have
always been part of the urban landscape. Since the 80's vegetable
gardens have become more important and have obtained new features
related to food sovereignty, the quality of the products consumed, the
employment generation, the improvement of quality of life, the
environmental education, the social relations, the social change and the
urban regeneration. Achieve this, the social movements, awareness and
civic organization have been important; they have pressed their
government in the recent decades, and have also collaborated in the
planning and creation of new spaces of citizenship, exchanges
experiences and developing ecological activities. In this paper we want
to reflect the historical evolution of vegetable gardens, their current
relevance and their objectives in different countries and regions.
Key words: urban agriculture (UA), vegetable gardens, organic farming, food sovereignty, citizen participation, environmental education.
"Si quieres ser feliz una hora, emborráchate. Si quieres ser feliz un día, mata al cerdo.
Si quieres ser feliz una semana, haz un viaje. Si quieres ser feliz un año, cásate.
Si quieres ser feliz toda la vida, ten un huerto"
Proverbio chino
Si quieres ser feliz una semana, haz un viaje. Si quieres ser feliz un año, cásate.
Si quieres ser feliz toda la vida, ten un huerto"
Proverbio chino
El ejercicio de la agricultura
dentro de las ciudades no es reciente, aunque desde finales de la década
de 1980 se ha oído hablar cada vez más de la agricultura urbana (AU) en
el mundo. Se ha desarrollado como fuente indispensable de alimentación
para las personas con mayores carencias alimentarias e instrumento de
reclamo para una alimentación más saludable y un ambiente menos
contaminado.
Aunque existen pocos trabajos que
traten de la agricultura urbana específicamente, los elementos
socioeconómicos y ambientales que inciden sobre su desarrollo han sido
ampliamente tratados e investigados. Como veremos más adelante, su
concepto está vinculado a temas como desarrollo sostenible,
insuficiencia alimentaria, agricultura ecológica, educación
medioambiental, calidad de vida, degradación ambiental, entre otros, y
aunque su origen es más remoto, ha sido a partir de la década de 1980
que ha suscitado debates cada vez más intensos. La agenda 21 y los
informes que la sostuvieron, los diferentes índices de pobreza, las
investigaciones sobre los impactos ambientales y la creciente "huella
socio-ecológica" global fueron algunos de los principales instrumentos
que contribuyeron al desarrollo de los conceptos que justifican la
agricultura urbana tal como la conocemos hoy.
Su difusión, como veremos en el
transcurso de este trabajo se inserta en una propuesta que articula
necesidades que según las circunstancias se fusionan o se distancian. Su
práctica promueve el consumo de alimentos ecológicos de bajo coste,
colabora con la sostenibilidad ambiental de los entornos urbanos y ha
atraído la atención de un amplio sector de la sociedad, abarcando en un
mismo período varias generaciones que, con trayectos de vida diferentes,
poseen objetivos comunes. Así, mientras niños y jóvenes se unen para
aprender y reivindicar una sociedad más humana, adultos y mayores hacen
del cultivo de productos agrícolas una actividad de ocio y también de
intercambio de experiencias. La educación medioambiental y la actividad
en los huertos urbanos han dado paso a nuevas formas de aprender, de
enseñar, de relacionarse, de entender el mundo.
La difusión que esta actividad ha tenido en los últimos años y las constantes noticias sobre praxis
exitosas en diferentes regiones y países nos hace reflexionar sobre su
finalidad, sobre quiénes están involucrados en el proceso, cómo están
organizados, cuál es la importancia que esta actividad tiene desde el
punto de vista político, social, ambiental y, también, cual es su
similitud con la agricultura periurbana.
Por ello, estructuramos este
artículo en cuatro apartados. En el primero dedicaremos algunos párrafos
al concepto de agricultura urbana y sus semejanzas y diferencias con la
agricultura periurbana. A continuación, a través de algunos ejemplos
más significativos, mencionaremos su importancia y su relación con los
jardines urbanos y periurbanos en el transcurso de los siglos, y
pondremos énfasis, en un apartado nuevo, en las experiencias de
agricultura urbana más conocidas en la primera mitad del siglo XX.
Finalmente, y como punto fundamental de este trabajo, analizaremos el
papel de la agricultura urbana en la actualidad, quiénes son sus
protagonistas, qué finalidad tiene y cómo, en algunos países las
instituciones públicas han colaborado para su expansión.
Agricultura urbana y agricultura periurbana
El reciente uso
de los términos agricultura urbana y periurbana, especialmente el
primero hace que la bibliografía encontrada aún sea muy limitada, y
muchas veces está publicada en documentos on line, en páginas webs oficiales o de organizaciones como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que desarrollan programas que incentivan a este tipo de actividades.
El término "Agricultura Urbana y
Periurbana" (AUP) fue propuesto en 1999 por la FAO con el objeto de
referirse a un tipo de agricultura que se constituyó en el marco de la
seguridad alimentaria en los países subdesarrollados, aunque también
está en franca expansión en países desarrollados con otros objetivos.
Según la misma organización, el término Agricultura Urbana y Periurbana (AUP), se
refiere a "prácticas agrícolas que se llevan dentro de los límites o en
los alrededores de las ciudades de todo el mundo e incluye la
producción, y en algunos casos el procesamiento de productos
agropecuarios, pesqueros y forestales"[1].
Debido a sus
características, algunas similares, con frecuencia el estudio de la
agricultura urbana se asocia a la agricultura periurbana. Sin embargo
es necesario establecer criterios rigurosos de lo que estamos
analizando, sobre todo cuando tratamos de los sujetos involucrados y de
las finalidades de éstas prácticas. Por
esto y pese a que nuestro objetivo es estudiar la agricultura
practicada por personas que viven en las ciudades y que no son
agricultores (aunque podrían haberlo sido en el pasado), expondremos a
continuación las principales similitudes y deferencias entre ambas.
Por un lado, se entiende por
agricultura urbana "la practicada en pequeñas superficies (solares,
huertos, márgenes, terrazas, recipientes) situadas dentro de una ciudad y
destinadas a la producción de cultivos y la cría de ganado menor o
vacas lecheras para el consumo propio o para la venta en mercados de la
vecindad" (figura 1)[2].
En este contexto, las expresiones agricultura urbana, urban agriculture, agriculture urbaine o huertos urbanos
se refieren a superficies reducidas situadas en el perímetro urbano que
se destinan al cultivo intensivo y la cría de pequeños animales
domésticos, principalmente gallinas u otros similares y también, aunque
raramente, vacas lecheras. Esta producción se realiza principalmente en
solares vacíos, patios y terrazas que se transforman en huertos
comunitarios y familiares; y es practicada exclusivamente por personas
que viven y trabajan en las ciudades.
Por otro lado, la agricultura
periurbana tiene una connotación más amplia, y puede abarcar desde la
mini agricultura intensiva y de subsistencia a la agricultura comercial
realizada en el espacio periurbano (figura 1). Las primeras tentativas
de definirla o conceptualizarla proceden de la décadas de 1970 y están
relacionadas con la teoría de la localización de Johann Heinrich von Thünen
desarrollada en la tercera década del siglo XIX y que estudia la
relación y la distribución espacial de las actividades productivas
alrededor de las ciudades.
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Figura 1. Agricultura urbana y periurbana, según su situación Fuente: FAO <http://www.rlc.fao.org/es/agricultura/aup/pdf/expe.pdf> |
Como se
observa, se considera agricultura periurbana la que se practica en torno
a los centros urbanos, en un espacio intermedio entre la ciudad y el
campo. Se trata de explotaciones localizadas en las cercanías del
perímetro de las ciudades, en un espacio de "confrontación" o transición
entre lo urbano y lo rural y que, dependiendo de la superficie pueden
tener otras actividades como la ganadería, la silvicultura o la pesca.
Con el objetivo
de profundizar las diferencias entre agricultura urbana y agricultura
periurbana reproduciremos dos definiciones que se complementan. Una, de
1979, propuesta por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Rural
(OCDE), con un planteamiento espacial y que define la agricultura
periurbana como aquella practicada dentro de un radio de 20 kilómetros
desde un centro urbano de más de 200.000 habitantes, y de 10 kilómetros
desde ciudades con población entre 50.000 y 100.000 habitantes. Otra de la FAO, que expresa, además, las actividades desarrolladas en la agricultura periurbana, ya que la define como
aquella integrada por unidades agrícolas cercanas a una ciudad que
explotan intensivamente granjas comerciales o semicomerciales para
cultivar hortalizas y otros productos hortícolas, criar pollos y otros
animales y producir leche y huevos[3].
En ambos conceptos, las personas que la practican pueden agruparse en
dos colectivos diferentes. Uno, de pequeños agricultores que viven en la
explotación y tienen en esta actividad su profesión y medio de vida;
otro, de asociaciones urbanas en las que sus miembros optaron por
cultivar en pequeñas áreas que están situadas fuera del casco urbano.
Teniendo en
cuenta éstas definiciones, podemos decir que, en general, los conceptos
de Agricultura Urbana y de Agricultura Periurbana se asemejan y se
diferencian en aspectos relacionados principalmente con los tipos de
cultivo y la escala de producción y de venta, estos últimos
condicionados por la extensión del terreno cultivado. La afinidad entre
ambas agriculturas la encontramos en las prácticas de cultivos
intensivos de hortalizas, de hierbas, de frutales y en la cría de
pequeños animales domésticos y algunas vacas lecheras, principalmente si
estas actividades son practicadas por personas que viven en ciudades.
La discrepancia la hallamos si comparamos por un lado, el tamaño de los
huertos y por otro, el cultivo de algunos productos como los cereales.
Sobre su
finalidad, mientras la mayoría de los agricultores urbanos tienen como
objetivo mejorar la alimentación de la familia, ya que las extensiones
cultivadas son habitualmente pequeñas, en espacios reducidos, vacíos o
abandonados; los agricultores periurbanos con extensiones más amplias,
aunque menores que una finca rústica media, tienen como meta, además de
la subsistencia, la comercialización de los excedentes en ferias
locales, mercados o supermercados de la propia ciudad u otras cercanas.
Según la FAO,
"La
producción agrícola urbana se orienta en general hacia el consumo
dentro de la familia. Tan sólo en algunos países – entre los que se
incluyen Bangladesh, Madagascar y Nepal – más de un tercio de la
producción se vende en el mercado. Por ello la agricultura urbana no es
en primer lugar una fuente de ingresos en efectivo, aunque en algunos
países (en especial Magadascar y Nigeria) el porcentaje de ingresos
derivados de la agricultura urbana excede el 50 por ciento en el quintil
de menores ingresos."[4]
En cuanto al
sistema de cultivo, éste depende de la información y de la asistencia
técnica que tengan o reciban tanto los agricultores urbanos como los
periurbanos. Generalmente los productos son cultivados ecológicamente, o
con un bajo porcentaje de substancias químicas, y es posible que el uso
de agroquímicos sea menor en la agricultura urbana y en los huertos
intensivos periurbanos cultivados por residentes en las ciudades, que en
la agricultura periurbana con fines comerciales. Los sistemas más
utilizados en Latinoamérica y El Caribe son variados (cuadro 1):
Cuadro 1
Sistemas utilizados en la agricultura urbana y periurbana de América Latina y El Caribe
Sistemas utilizados en la agricultura urbana y periurbana de América Latina y El Caribe
|
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Elaboración de la autora a partir de informaciones obtenidas en Reynaldo Treminio. Documento de Trabajo de la FAO. Fuente: <http://www.rlc.fao.org/es/agricultura/aup/pdf/expe.pdf> |
Jardines y huertos urbanos: una simbiosis entre la estética y la utilidad
La agricultura periurbana fue
definida en la década de 1970 y la agricultura urbana en 1999 por la
FAO, pero no obstante la historia de la agricultura
urbana está muy vinculada a la jardinería y tiene múltiples ejemplos en
que flores, frutales, legumbres, hortalizas y hierbas convivían
armoniosamente en un mismo lugar.
Es
el caso de los jardines egipcios, griegos, romanos, bizantinos o
musulmanes; aunque se sabe poco sobre qué tipo de vegetales se
cultivaban, lo conocido es suficiente para comprobar la vinculación
entre la agricultura intensiva y la jardinería. En Egipto, frutales,
palmeras y vides ordenados simétricamente eran comunes en los jardines y
proveían alimentos y sombra[5];
también los jardines de los templos tenían espacios para el cultivo de
hortalizas, hierbas o plantas especiales, como la lechuga min
utilizada en los rituales y ofrendas. Se ha comprobado en la
bibliografía y restos arqueológicos que en la Grecia clásica eran
habituales las parcelas de huertos y jardines vinculados a santuarios.
Además, los jardines y los huertos estuvieron presentes en los espacios
vacíos que permitieron la expansión posterior intramuros de la Roma
antigua y en los jardines extramuros de Bizancio, donde con complejos
sistemas de regadío cultivaban viñedos, hortalizas y frutales para el
sustento de monjes y peregrinos[6].
También en la Edad Media la
asociación de huertos y jardines era muy común en los monasterios y
conventos. Estando bien cuidados y adecuadamente abonados, podían
producir espárragos, alcachofas y melones que contribuían a la dieta
alimentaria de sus habitantes, y de igual forma ofrecían hierbas
medicinales[7].
Más allá de los espacios
monásticos, los palacios y casas privadas también poseían jardines y
huertos. En las ciudades italianas medievales existían jardines y
huertos en casas privadas y en amplios espacios verdes en la periferia
en los que el paisaje natural y el espacio bien cultivado representaban
la apacible vida del campo. En un estudio sobre el desarrollo de los
jardines y de los espacios verdes en el diseño urbano se señala que
"El examen
de los planos urbanos muestra la gran cantidad de espacios sin edificar
que existían intramuros a finales de la edad media y, todavía en muchos
casos, hasta comienzos del siglo XIX: huertos de conventos, huertos y
jardines de palacios nobiliarios, huertos y campos particulares,
espacios ganaderos."[8]
A medida que nos acercamos al
Renacimiento, especialmente el florentino aunque no solo en él, los
jardines y huertos palaciegos adquieren mayor difusión, tanto en centro
de la ciudad, como en otros espacios intramuros aunque reservados al uso
de sus propietarios.
En pinturas del Renacimiento y concretamente en el Cinquecento,
aparecieron ejemplos plásticos y artísticos de algunos jardines-huerto
de entonces, tratados con realismo o idealizados. Es el caso del
tríptico titulado El Jardín de las Delicias de Jerónimo Boch (El Bosco) o de La Virgen con una multitud de animales
de Alberto Durero y que actualmente se encuentran en el Museo del Prado
(Madrid) y en el Museo Albertina de Viena (Austria) respectivamente.
En El Jardín de las Delicias las frutas (cerezas,
frambuesas, uvas, madroños, etc) del panel central son una clara alusión
a la relación de éstas con los placeres sexuales. Ya en la obra La Virgen con una multitud de animales la fresa, el lirio y la peonía[9] aluden a la virginidad de María[10].
En Francia, e inspirado en los
jardines renacentistas italianos, el jardín del castillo de Blois,
construido por Francisco I a comienzos del siglo XVI tenía, además de
los parterres de flores, una gran variedad de frutas y verduras y
contaba con naranjos y limoneros[11];
y el jardín de Catalina de Médicis, construido medio siglo más tarde,
poseía además de árboles, césped, flores, huerto y viñedo.
A partir del siglo XVI, el
descubrimiento de nuevas especies en los viajes ultramarinos puso de
moda en los jardines europeos, las plantas exóticas originarias de
América y Asia, que tenían como principal objetivo la ornamentación, la
exhibición y el deleite, pero que estaban al alcance de pocos ya que
estaban localizados en espacios privados.
La finalidad de estos jardines
podía ser múltiple. Por un lado, para estimular la catalogación de
nuevas especies hasta entonces desconocidas, se crearon jardines
botánicos vinculados a universidades o a institutos de investigación,
por lo que se convirtieron en una importante herramienta para el estudio
de la botánica. Por otro, el acceso de la población a ellos les pudo
dar más adelante un carácter educativo, tanto por la difusión de estos
conocimientos en los carteles identificadores, como por las zonas
destinadas a huertos y a la enseñanza de técnicas de cultivo de
hortalizas, legumbres, etc.
Con ambientes naturales o
aclimatados, los jardines botánicos podían poseer, ya entonces millares
de especies, unas exóticas y otras autóctonas, que se cultivaban en
grandes parterres y huertos internos, que también fueron representados
pictóricamente. Puede servir de ejemplo la obra Antiguo Jardín Botánico
de 1905 del expresionista alemán Max Beckmann, perteneciente a la
colección Lothar-Günther Buchheim, mostrando que formaban parte del
paisaje urbano o suburbano de las grandes ciudades[12].
En el siglo XVIII se puso de moda
en Europa la costumbre social del paseo y con él la necesidad de
introducir jardines en la planificación urbana. Los paseos arbolados,
los parques públicos y los jardines botánicos casi siempre construidos
en los límites de la ciudad, donde se disponía de espacio suficiente
para ellos, popularizaron este hábito.
En Francia, a mediados del siglo
XVIII Luis XV creó al lado del Jardín de Versalles de estilo clásico o
formal, un "jardín de instrucción", en el que situó animales domésticos,
un huerto y un jardín botánico[13].
En España el 17 de octubre de 1755 Fernando VI ordenó la creación del Real Jardín Botánico de Madrid, instalado en la Huerta
de Migas Calientes, en las inmediaciones de lo que hoy se denomina
Puerta de Hierro, a orillas del río Manzanares, y en esta época ya
contaba con más de 2.000 plantas. En 1774, Carlos III dio instrucciones
para su traslado al actual emplazamiento en el Paseo del Prado.
Creado con la finalidad de desarrollar la enseñanza de
la botánica el jardín poseía además de plantas originarias del
mediterráneo y otras procedentes de clima ecuatorial, lo que hizo
necesaria la construcción de un invernáculo[14].
Actualmente en una de sus alas, la número 6 (figura 2), existe - con
finalidad educativa - un huerto con un gran número de especies,
perfectamente clasificadas entre las que encontramos cereales,
leguminosas, solanáceas (lechugas), cucurbitáceas (calabazas, pepinos),
umbelíferas (zanahorias), frutales, palmeras plataneras y datileras, etc
(figuras 3 y 4).
En la placa que introduce el visitante al huerto se puede leer:
"A lo
largo de la historia el hombre ha ido domesticando los vegetales que
mayor rendimiento alimenticio le ofrecían. Con las expediciones
científicas al Nuevo Mundo llegaron a Europa un buen número de especies
que comenzaron a cultivarse mezclados con las de otros orígenes.
Nuestro
huerto pretende mostrar esa variedad de cultivos que se van rotando a lo
largo del año según las estaciones. En otoño, coles y lombardas. En
invierno grelos, rábanos, ajos, puerros, y cebollas. En primavera y
verano borrajas, acelgas, espárragos, lechugas, pimientos, berenjenas,
sandías, melones, calabazas, calabacines, remolachas y endivias. También
según la época, se cultivan colecciones de calabaza, tomates,
pimientos, tabacos, patatas o maíces."
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Figura 2. Plano del Real Jardín Botánico de Madrid Fuente:<http://www.rjb.csic.es/jardinbotanico/jardin/index.php?Cab=5&SubCab=25&len=es> |
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Figuras 3 y 4. Parciales del huerto del Real Jardín Botánico de Madrid Foto: Miriam H. Zaar, junio de 2011. |
En las áreas urbanas o periféricas
los huertos de la aristocracia solían ser al mismo tiempo jardines en la
parte próxima a la residencia del propietario. Previendo una expansión
posterior, las ciudades amuralladas de toda Europa poseían en su
interior amplios espacios no edificados que se sumaban a otros
localizados en su área perimetral amurallada, y en los que las prácticas
agrícolas eran comunes en tiempos de paz y más aún en períodos de
guerra.
Con el proceso de derribo de las
murallas que encorsetaban las ciudades que se prolongó hasta inicios
del siglo XX las ciudades se expandieron horizontalmente, se crean
grandes avenidas, nuevas zonas residenciales, parques y jardines
públicos. Una situación que ya se venía produciendo en las ciudades no
amuralladas, como la mayor parte de las ciudades inglesas durante la
edad moderna, en las que su ausencia estimuló tempranamente la creación
de tradiciones de casas con jardines y huertos en la periferia de las
ciudades[15].
Los parques públicos que se
comenzaron a crear en las ciudades a partir del siglo XIX tenían muchas
funciones, que iban desde la práctica de ejercicios y juegos al aire
libre hasta la formación de huertos para la instrucción infantil, y eran
un eslabón que unía el habitante de la ciudad con la naturaleza. Todo
con el objetivo de educar y mejorar la salud de la población e
igualmente con la finalidad de superar la dicotomía campo-ciudad e
introducir la naturaleza en las ciudades[16].
Colaboraron en este proceso, desde
mediados del XIX, un gran número de revistas dedicadas a la jardinería y
a la horticultura, como The Horticulturalist o el Journal de la Royal Agricultural Society,
que circulaban con diferentes propuestas de huertos-jardín, lo que
favoreció su difusión entre la población urbana que disponía de terrenos[17].
Los huertos urbanos de finales del XIX y parte del XX
La mayoría de los ejemplos de
huertos urbanos de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX
de los que tenemos noticias están relacionados con períodos de escasez
de alimentos.
En los Estados Unidos de América,
la Depresión de 1893-1897 hizo que el alcalde de Detroit destinase
terrenos desocupados a personas en paro, para que pudiesen cultivarlos y
producir alimentos. Una práctica que fue seguida por otros municipios y
que, con el nombre de relief gardens se repitió durante la Gran Depresión entre 1929 y 1935.
También en el mismo país, durante las dos Guerras Mundiales, el programa Liberty and Victory Gardens
estimuló la construcción de huertos familiares y comunitarios. Se
consideró que 20 millones de norteamericanos respondieron a la llamada y
como resultado, en 1943 el 40 por ciento de las frutas y vegetales
frescos consumidos en Estados Unidos provenían de huertos familiares,
escolares o comunitarios[18].
El cottage garden en el
Reino Unido, destinado a la subsistencia de las familias y ampliamente
difundido durante el siglo XIX, ganó otra baza durante los bloqueos de
Alemania en las Primera y Segunda Guerras Mundiales con la escasez de
alimentos, cuando se le asignaron nuevas tierras para el cultivo de
alimentos. Durante la Segunda Guerra, la campaña Dig for Victory instruyó el pueblo para producir parte de su propia comida y los jardines públicos se transformaron en huertos.
En Alemania los Schrebergärten, huertos familiares para las clases populares y la creación de la Zentralverband der Arbeiter und Schrebergärten (Unión
Central de Trabajadores y Jardineros), fundada en 1911, contribuyó a la
elaboración de normativas municipales que promovieron la construcción
de huertos en la periferia[19]. Estas iniciativas posibilitaron que los habitantes de las ciudades hiciesen de los huertos urbanos y periurbanos una importante fuente alimentaria.
Finalizada la Segunda Guerra
Mundial, los huertos urbanos fueron adquiriendo otras funciones, ya que,
además de proporcionar alimentos, permitían disfrutar del contacto con
la naturaleza. En Europa, en general, hasta finales de la década de
1960, eran comunes en áreas urbanas y en las periferias de las regiones
metropolitanas, aunque con la densificación y expansión de las ciudades,
fueron paulatinamente cediendo espacio a nuevas edificaciones e
infraestructuras.
Durante la década de 1960, en la
región metropolitana de París los efectos desastrosos de la urbanización
difusa redujo sustancialmente los huertos y las pequeñas fincas
situadas en el seno de la Île-de-France[20].
En Buenos Aires, las tramas de quintas y huertos familiares del
cinturón verde de la región Metropolitana, que habían tenido origen en
el siglo XIX, mermaron en las últimas décadas por la presión de los
nuevos emprendimientos inmobiliarios[21].
En España, correspondió al
Instituto Nacional de Colonización (INC) en 1950, durante la dictadura
franquista, una de las primeras iniciativas oficiales para la creación
de huertos familiares de carácter marcadamente rural. Posteriormente, y
ligados al proceso de urbanización y crecimiento de las ciudades, los
denominados "huertos en precario" dedicados a los cultivos de
subsistencia, que ocupaban terrenos urbanos o periurbanos sin
autorización del propietario, eran comunes en los paisajes
metropolitanos.
¿Cuál es la finalidad de la agricultura urbana hoy?
A primera vista puede parecer
incongruente hablar de agricultura urbana cuando existen enormes
extensiones agrícolas destinadas a la producción de alimentos, de
piensos y de biocombustible. Aunque, como es de conocimiento general,
mientras en algunas regiones del mundo, como es el caso de Europa, el
importante excedente alimentario generado por la agricultura intensiva y
algunas reformas de la Política Agraria Común (PAC) influyeron en el
abandono de las actividades agropecuarias[22], la población de otras regiones del mundo sufren por la inseguridad alimentaria.
En cualquier caso, en años
recientes, la expansión de este peculiar tipo de agricultura, practicada
dentro de las ciudades, o por ciudadanos urbanos en la periferia, es
una realidad y camina a pasos agigantados. Por un lado disminuye las
dificultades ocasionadas por la alta de los precios alimentarios que se
produjo en 2007-2008 y que golpeó fuertemente la población pobre de los
países en desarrollo; como explica un documento de la FAO:
"La
agricultura puede ayudar a amortiguar los efectos de estas crisis. Si
bien la agricultura es en su mayor parte un fenómeno rural, la
agricultura urbana puede ayudar a incrementar la capacidad de
resistencia a los impactos externos de parte de la población urbana
pobre y mejorar su acceso a las frutas y hortalizas frescas y a los
productos animales. Este mecanismo tendrá particular importancia en
zonas en las que la infraestructura inadecuada y las elevadas pérdidas
durante el transporte se añaden a la escasez y alto coste de los
productos agrícolas. Algunos agricultores urbanos podrían además ofrecer
sus productos en los mercados locales, generando ingresos para ellos
mismos y sus familias"[23].
La FAO y el Comité de Agricultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (COAG)
han puesto de relieve este fenómeno y han presentado propuestas sobre
el tema en su reunión de enero de 1999 en Roma. También se han creado
organizaciones de investigación y han surgido iniciativas
internacionales desde en los inicios de la década de 1990, como la Red sobre la Agricultura Urbana (1993), el Grupo de Apoyo a la Agricultura Urbana (1996) y la Iniciativa Mundial sobre la Agricultura Urbana
(1996), en la que participan importantes organismos internacionales y
universidades con el objeto de impulsar la agricultura urbana y
periurbana en países desarrollados y subdesarrollados[24].
Como consecuencia de este trabajo, y de los programas que desarrolla
conjuntamente con los gobiernos de países en los que actúa,
"se estima
que unos 800 millones de habitantes de ciudades de todo el mundo
participan en actividades relacionadas con la agricultura urbana y
periurbana, que les producen alimentos y generan ingresos. Una
combinación de datos de censos nacionales, encuestas a hogares y
proyectos de investigación señalan que hasta dos tercios de los hogares
urbanos y periurbanos participan en la agricultura. Una gran parte de
los productos de la agricultura urbana se destinan al consumo propio,
mientras que los excedentes ocasionales se venden en el mercado local"[25].
Por
otro lado, esta evolución refleja la preocupación por un modo productivo
más sostenible. La agricultura ecológica producida localmente o en
circuitos cortos es una alternativa y, al mismo tiempo, una posibilidad
de desarrollar nuevos hábitos de alimentación, consumo y ocio. Además,
respecto a los aspectos ambientales, la inserción de la naturaleza en
las ciudades, no solo en forma de jardines y parques sino también en
forma de huertos, recupera terrenos vacíos, ayuda en el ciclo del
metabolismo urbano (agua, energía y materia) y contribuye a recuperar
variedades locales, lo que aumenta la biodiversidad. Con relación a la
dimensión humana y social, los huertos urbanos dan carácter e identidad a
los espacios públicos que se transforman en recintos de participación,
apropiación ciudadana y también de educación medioambiental.
Con diferentes
objetivos que abarcan desde la propia subsistencia, la mejora de la
alimentación, o el complemento de la renta familiar, hasta el ocio y la
preocupación por consumir productos ecológicos con bajo coste, la
práctica de la agricultura urbana está relacionada con una serie de
cuestiones que reflejan la complejidad de la sociedad y muestra cómo sus
necesidades promueven la organización ciudadana, que lleva a cambios de
actitud en relación con el uso del suelo urbano que normalmente posee
una calificación y una planificación definidas.
Es por esto que los huertos
urbanos, principales representantes de la agricultura urbana, suscitan
interés; y nada más oportuno que preguntarnos por qué y cómo en las
últimas décadas una actividad mayoritariamente desarrollada en zonas
rurales, aunque también en las periferias de las ciudades, ha ido
ganando importancia y se ha extendido a pequeños espacios disponibles o
en desuso en las medianas y grandes ciudades.
La agricultura urbana como solución a la inseguridad alimentaria y complemento de la renta familiar
Desde finales del siglo XX, y
generalmente apoyados por la FAO, el número de países subdesarrollados
donde se han promovido experiencias relacionadas con la agricultura
urbana se ha incrementado. Con la finalidad de
solucionar la carencia alimentaria, han sido los países que poseen
poblaciones con mayor riesgo de inseguridad alimentaria los que, a
partir de la década de 1990, han desarrollado algún tipo de normativa
pública de incentivos para la agricultura urbana, tanto en las grandes
ciudades como en otras poblaciones menores.
Aunque es difícil contabilizar su producción, ya que la actividad es reciente y las cifras cuantitativas son escasas, la agricultura
urbana representa una realidad importante para muchos países en
desarrollo. "Hasta un 70 por ciento de las familias urbanas participan
en actividades agrícolas, según la primera cuantificación sistemática de
la agricultura urbana realizada por la FAO, basada en datos obtenidos
en 15 países en desarrollo y con economías de transición en las que
existen estadísticas comparables (de la base de datos de las Actividades
Generadoras de Ingreso Rural)"[26].
Según la misma organización, la productividad agrícola,
sobre todo de hortalizas, ha crecido en las ciudades y en sus
periferias. La práctica intensiva en pequeñas parcelas tiene un
rendimiento alto y responde de inmediato a la necesidad urgente de
alimentos. Por esto y por su carácter perecedero, se adapta a las zonas
urbanas propias donde, si se adoptan técnicas correctas, la
productividad puede ser hasta 15 veces superior a la obtenida en la
agricultura rural; algunos cálculos dan estos resultados.
Estudios de la FAO revelan que "un micro-huerto de un metro cuadrado
puede producir cualquiera de las siguientes cosechas: unos 200 tomates
(30kg) al año; 36 piezas de lechuga cada 60 días; 10 coles cada 90 días;
100 cebollas cada 120 días"[27].
Los
beneficios para la seguridad alimentaria derivados de la agricultura
urbana, especialmente de la horticultura, en que participan hasta un 65
por ciento de las familias urbanas en algunos países subdesarrollados,
se encuentran principalmente en un mejor acceso a alimentos adicionales y
más nutritivos. Los hogares urbanos involucrados en estas prácticas
suelen consumir una mayor cantidad de alimentos, a veces hasta un 30 por
ciento más, y tienen una dieta más diversificada, como indica el
incremento en la variedad de alimentos consumidos. Un mayor consumo
relativo de hortalizas, frutas y productos cárnicos se traduce, en su
conjunto, en un mayor insumo de energía y una mayor disponibilidad
calórica, lo que puede ser crucial para algunos grupos sociales, como la
población más pobre, las mujeres en edad reproductiva y los niños [28].
Las
políticas que rigen esta actividad varían de acuerdo con los países,
regiones o ciudades en función de las condiciones locales específicas,
de las iniciativas sociales y del interés que pongan en ella los
gobernantes. Por esto, en algunos países más
comprometidos con los problemas de la insuficiencia alimentaria se han
puesto en marcha medidas de cuño nacional, que abarcan varios sectores
de la población y debido a esto tienen más posibilidades de éxito,
mientras que en otros las políticas aún son tímidas ya que los proyectos se desarrollan en estados o ciudades muy concretas o con pocas ayudas.
Especificando los ámbitos que abarcan, tenemos en Latinoamérica dos grupos de países. Uno, en que los
gobiernos han optado por una legislación de ámbito nacional, por lo
tanto más amplia, lo que ha posibilitado que no solo las capitales si no
también otras ciudades de mediano o gran tamaño posean algún tipo de
incentivo para formar sus huertos.
Otro grupo, en que los proyectos
son de carácter local o regional, que cuentan con la participación de
las ONG y que tienen como blanco las poblaciones más pobres de las
grandes áreas metropolitanas. Caracas, Bogotá, Ecuador, Lima, La Paz,
Asunción, Ciudad de México, Guatemala y más recientemente Managua
son ciudades que cuentan con planes más consistentes, aunque con
características dispares.
En el
primer grupo está Cuba, quién tomó la delantera en América Latina,
impulsando un plan nacional de incentivo a la agricultura hidropónica
urbana y periurbana en un momento de fuerte crisis alimentaria,
provocada por la caída de la URSS, con quién mantenía el 80 por ciento
de su comercio exterior. Casi siempre practicada en forma de huertos
intensivos y organopónicos que, además de aumentar
el número de empleos, más de 22.000 hasta el año 2007, incrementó la
producción de hortalizas y condimentos frescos en el área urbana de La
Habana, con lo que aumentó de 20 mil toneladas en 1997 a 280 toneladas
en 2007[29].
En Argentina la puesta en marcha del programa Pro-Huerta estuvo
relacionado con el período de recesión por el que pasó el país durante
la década de 1990, cuando se produjo la quiebra de numerosas empresas y
la desaparición de miles de puestos de trabajo. Desde 2003 y dentro de las Políticas de Inclusión Social se puso en marcha, con apoyo de la FAO, el programa Huertas Bonaerenses con el objetivo de estimular el cultivo de productos de subsistencia a ciudadanos con bajos ingresos. Pretende desarrollar 160.000 huertos familiares y escolares, y 4.500 comunitarios. En 2006 solo la ciudad de Rosario poseía 800 huertas urbanas comunitarias[30].
En Brasil, el Ministério de Desenvolvimento Social e Combate a Fome
(MDS) promueve la política nacional de agricultura urbana como parte de
sus acciones para garantizar la soberanía alimentaria y nutricional de
la población más pobre. Inicialmente el incentivo a la agricultura urbana formaba parte del Plano Nacional de Segurança Alimentar e Nutricional (Fome Zero) y del Programa de Aquisição de Alimentos de la Agricultura Familiar, en el que participan principalmente los agricultores familiares que no tienen acceso a las líneas de crédito del Programa Nacional de Fortalecimento da Agricultura Familiar (PRONAF)[31].
A partir de 2008 se crearon 14 Centros de Apoio a Agricultura Urbana e Periurbana
(CAAUP) con el objetivo de atender una demanda específica de la
población que reside en las regiones metropolitanas, y que en 2006
contaba con más de 600 iniciativas de agricultura urbana y también
periurbana, en su mayoría sin apoyo institucional. Desde 2010 son 23 las áreas metropolitanas beneficiadas con el programa[32]. Se ha señalado que:
"Cada
Centro desarrolla acciones de formación, asistencia técnica y fomento
que benefician directamente a miles de agricultores urbanos, a la vez
que consolida espacios multiactorales que promueven la agricultura
urbana en las regiones metropolitanas como parte de la política nacional
de seguridad alimentaria. En Brasil, la política de seguridad
alimentaria y nutricional incluye la implementación y funcionamiento de
restaurantes populares, cocinas comunitarias, bancos de alimentos y la
compra directa de alimentos a los agricultores familiares a través del
Programa de Adquisición de Alimentos (PAA)[33]".
Este programa
fomenta actividades agrícolas en pequeñas áreas urbanas y periurbanas
ociosas que se destinan a cultivos de subsistencia y que pueden generar
renta. También financia la industrialización y comercialización de los
alimentos cosechados[34].
Venezuela y México cuentan con el apoyo técnico de Cuba
y promueven políticas que abarcan diversas áreas metropolitanas. En
Venezuela el Proyecto Simon Bolivar está en vigor desde 2007 e incentiva la formación de huertos familiares, comunitarios y escolares. En enero de 2010 había
75 huertos familiares, 23 huertos comunitarios y 12 huertos escolares
en 36.618 metros cuadrados y una producción estimada de 95.344 kilos de
alimentos, que se distribuyeron entre las familias más vulnerables de
cada comunidad, se vendieron en ferias agrícolas y se destinaron al
autoconsumo. Extendido en 50 municipios de 21 estados del país, este proyecto atendió a unas 1.440 familias[35].
En México, desde 2007 la
Secretaría de Desarrollo y Equidad para las Comunidades (CEDEREC) de la
Ciudad de México apoyó 21 proyectos de agricultura urbana que se
realizaron con la finalidad de incorporar los ciudadanos a la producción
de alimentos dentro de las ciudades, en los cascos urbanos de los
pueblos y asentamientos periurbanos, con principios de agricultura
sostenible y aplicando métodos intensivos, con la finalidad de crear
estabilidad de la fuerza de trabajo y una producción diversificada. En
las zonas netamente urbanas, los agricultores son ciudadanos que han
convertido todo o parte de su jardín, azoteas y balcones en cultivos de
hortalizas. Se practican igualmente la agricultura vertical, es decir,
macetas colocadas en baldes superpuestos, la cría de ganado menor y
mayor, y los huertos comunitarios[36]. Este apoyo institucional beneficia
tanto a la Ciudad de México cómo algunos municipios de
Jalisco(Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco de Zúñiga). Se estimó que en
2010 pueden haber participado de estas actividades unas 8.000 personas[37].
En Colombia, en las ciudades de
Bogotá, Medellín y Cartagena, los gobiernos locales, el Jardín Botánico
de Bogotá e instituciones internacionales han capacitado a más de 50 mil
personas en técnicas para el cultivo en espacios urbanos. En el
departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín, existen 7.500
huertos en 90 municipios[38].
Se trata de iniciativas complementarias al Plan MANA (Programa de
Mejoramiento Alimentario y Nutricional) y al "Bogotá sin hambre", ya
existentes.
En Perú destacan, el Programa Cosecha Urbana del Centro Internacional de la Papa y una Red de Agricultores Urbanos compuesta por más de 2.800 miembros[39]. En Bolivia sobresale el Proyecto de Micro-jardines Populares, desarrollado con el apoyo del gobierno belga y de la FAO en el municipio El Alto, densamente poblado y pobre[40].
Los huertos y micro-huertos también
son una solución para el suministro de alimentos en situaciones
catastróficas. Fueron incentivados en Indonesia, después del tsunami de
2004, y en Haití entre las víctimas del terremoto de enero de 2010. Pero
no solamente en estos casos. Estudios realizados
en Senegal pusieron de manifiesto que un 35 por ciento de los productos
se destinan al consumo de la familia, mientras que el resto se vende.
En Dakar más de 4.000 habitantes urbanos, sobre todo mujeres, montaron
micro-huertos en sus patios y terrazas. Los ingresos comunes de un
micro-huerto de 10 m2 de una familia van de 15 USD a 30 USD mensuales[41].
Los huertos en las azoteas de El Cairo comenzaron en el inicio de la década de 1990, cuando
en la Universidad Ain Shams, un grupo de profesores de agricultura
desarrolló una iniciativa para cultivar verduras orgánicas en las
ciudades egipcias con gran densidad de población. La iniciativa se
aplicó a pequeña escala, hasta que fue oficialmente adoptada por la FAO[42].
Según la FAO, la agricultura urbana goza de particular
importancia en países de bajos ingresos, como Malawi, Nepal y Vietnam; y
también en economías más desarrolladas como Panamá donde un porcentaje
elevado de familias urbanas se dedica a estas actividades agrícolas. En
tres cuartas partes de los países analizados, el porcentaje de familias
urbanas que participan en la producción agrícola y—en menor
medida—ganadera, sobrepasa el 30 por ciento. En otros países, como
Indonesia, el porcentaje es mucho menor, pero no está claro si estas
diferencias se deben a factores económicos, a normativas o metodologías
de medición de la agricultura en áreas urbanas[43].
Asimismo
se estima que más del 90 por ciento de los hogares en que se practica
la agricultura urbana, conserva y almacena parte de su producción. La
meta de esta agricultura, en todo caso, ha sido crear instrumentos para
incrementar de forma sostenible la suficiencia alimentaria, aumentando
la oferta de productos en el mercado e influyendo en esta medida en la
reducción de sus precios, aunque como sabemos, éstos dependen mucho más
del mercado internacional y de las tasas de cambio que de los procesos
internos de oferta y demanda.
Además los inputs agrícolas, representados
principalmente por los fertilizantes y agrotóxicos, también son
establecidos por el mercado internacional, provocando, por un lado, el
alza de precios de los productos agrícolas y, por otro, contribuyendo a
la pérdida de eficiencia natural de los suelos y al deterioro
medioambiental[44].
Estos son algunos de los motivos por los que en las
áreas más pobladas y pobres del planeta urge aplicar políticas que
incentiven todo tipo de prácticas agrícolas ecológicas, incluso los
huertos y micro-huertos urbanos, ya que promueven la sustitución de la
importación de alimentos por la producción propia[45]. También es un camino hacia una disminución de la creciente brecha entre ricos y pobres y para frenar el avance de los graves problemas medioambientales existentes. Y
para ello son determinantes tanto la participación ciudadana y el
acceso a la información, cómo el compromiso político para la
continuidad y ampliación de los proyectos existentes y la creación de
condiciones que favorezcan además, el surgimiento de nuevas experiencias
que promuevan la mejora de la calidad de vida entre la población más
pobre. Condiciones ya alcanzadas en los paises desarrollados y que se
refleja en el planteamiento dado a los huertos urbanos como veremos a
continuación.
La agricultura urbana como alternativa para el consumo de productos ecológicos, la educación medioambiental y el ocio
El consumo de productos de buena
calidad y la preocupación con la agricultura sostenible está implícita
en los programas de agricultura urbana, con vistas a resolver problemas
de deficiencia alimentaria en los países subdesarrollados, aunque en los
países desarrollados esta preocupación también existe y obviamente está
desvinculada de la deficiencia alimentaria.
Esto es así porque, aparte de
situaciones específicas como fueron las dos grandes guerras mundiales y
otros períodos de hambruna que asolaron Europa en diferentes siglos,
estos países han vivido en las últimas décadas un período de suficiencia
alimentaria y nutricional que ha hecho que los huertos perdiesen la
importancia que tuvieron en períodos de dificultad.
Sin embargo una vez satisfechas las necesidades primarias, aparecen otras que están implícitas en
un nuevo discurso que reivindica más calidad de vida en las ciudades,
la sostenibilidad medioambiental y la integración social. Todo esto está
relacionado con la inmigración hacia las ciudades y con la densificación de éstas; con nuevas exigencias, como la de estar en contacto con la naturaleza y consumir productos naturales, y también con experiencias como las de los huertos urbanos.
Para que se haya producido esta nueva actitud, la información y la concienciación han sido clave. El
interés por alimentos libres de componentes sintéticos y que promueven
el equilibrio del ecosistema ha puesto de manifiesto que la agricultura
comercial y a gran escala, forma parte de sistemas agrarios que a partir
de la "revolución verde" incrementaron de forma descontrolada la
energía externa, representada principalmente por los agrotóxicos y
fertilizantes, y que esto ha reducido drásticamente la eficiencia de los
suelos y la disminución de la calidad de los alimentos. Un informe de
la Comisión Europea demuestra que el consumo de productos ecológicos
está creciendo a tasas anuales próximas al diez por ciento en los
principales países miembros[46].
También ha contribuido a esta nueva
postura, la percepción de que el consumo de alimentos ecológicos
adquiridos mediante venta directa o circuitos cortos disminuye los gastos de transporte y la contaminación, y refuerza
los productos endémicos. Una condición que creemos necesaria para
frenar los efectos de la creciente huella socio-ecológica ambiental,
resultado de un deterioro del medio natural sin parangón que nos está
llevando a una situación insostenible y que solo se resolverá a medida
que consigamos aplicar nuevos conceptos de desarrollo[47].
En este sentido son importantes los
movimientos urbanos alternativos y contraculturales que reivindican una
sociedad más justa y más respetuosa con el medioambiente, como el
Movimiento 15 M que se inició en Madrid en la Puerta del Sol el 15 de
mayo de 2011. Extendido por la mayoría de las
ciudades españolas y contando con el apoyo de organizaciones sociales
como las asociaciones de vecinos (AA.VV.), grupos de ecologistas y anti-sistema, como los denominados okupas, estos
movimientos promovieron, durante sus acampadas, charlas y talleres, y
construyeron colectivamente, en medio de la Puerta del Sol en Madrid y
en los jardines de la Plaza Cataluña en Barcelona, huertos urbanos
(figuras 5 y 6). Conocidos como "huertos de los indignados",
simbolizaron, según sus organizadores, por un lado, la necesidad de que
se introduzcan las cuestiones ambientales en el centro de la agenda
política; y por otro, representaron la posibilidad de crear nuevas zonas
verdes que diversificaran el paisaje urbano y promovieran espacios
interclasistas e intergeneracionales de encuentro y participación
ciudadana, además de ser una herramienta para promover la educación
ambiental[48].
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Figuras 5 y 6. Fotos de huertos construidos en las acampadas del Movimiento M 15 de Madrid (a izquierda) y Barcelona (a derecha) Fuente:<http://www.aavvmadrid.org/index.php/aavv/Galeria-de-fotos/Huerto-de-la-acampada-del-15-M-en-la-Puerta-del-Sol> y foto de Miriam H. Zaar (24-5-2011) |
Apuntando en esta dirección, en
Europa también aumenta el interés y se amplían las áreas destinadas a
los huertos particulares y comunitarios en las ciudades. Principalmente
por la preocupación por hábitos saludables y la necesidad de estar en
contacto con áreas verdes, donde los índices de CO2 son ínfimos o
inexistentes, donde abunda el O2, como en los bosques, jardines y
huertos; y que está asociada a dos tipos fundamentales de proyectos. En
uno está presente la educación ambiental y el aprendizaje sobre los
ciclos productivos en los que participan niños y jóvenes; el otro está
relacionado con el ocio y la posibilidad de relacionarse y de asociarse
mediante diversas actividades realizadas paralelamente a las prácticas
agrícolas, como reuniones sociales, comidas y fiestas. En ambos casos,
están implícitos, la producción de alimentos de calidad con bajo coste y
el compromiso medioambiental.
Se trata de un nuevo estilo de vida
en que la cultura de lo rural tiene un papel importante en la
biodiversidad de las ciudades (microclima, calidad del aire, suelos,
estética urbana, etc)[49],
y promueve el contacto con la naturaleza, el ocio y el desarrollo de
las relaciones sociales en una sociedad cada vez más multicultural.
Con este abanico de propósitos
existen muchas experiencias interesantes en Europa Occidental, aunque
aquí citaremos algunas que consideramos más representativas, sea por su
carácter público, por su especificidad o porque abarque áreas más
amplias. Una de ellas se está produciendo en Londres, y tiene como
objetivo convertir para 2012, un total de 2.012 fincas en huertos
urbanos. El proyecto se denomina Capital Growth y está siendo
impulsado por Boris Johnson, alcalde de la capital inglesa. Tiene como
objetivo transformar espacios urbanos públicos o privados, vacíos o
subutilizados en oases of food growing en el que hasta ahora se comprometieron más de 35.000 londinenses[50].
Además de éste, destaca también en Londres el programa Making Local Food Work, impulsado por diferentes asociaciones, y el Good Food Camden,
de iniciativa local, y que plantea aumentar la disponibilidad de
alimentos frescos entre la población con rentas más bajas. Como
resultado de estas iniciativas, en 2006 había en Londres 737 allotments que se distribuían no solo en los municipios periféricos sino también en 29 de los 32 municipios del Gran Londres[51].
En Francia, con el objetivo de
frenar la fuerte expansión urbana de la región parisiense en los años
1960 y preservar espacios verdes y otros destinados a la agricultura
urbana y periurbana se creó, en la década de 1980 la Ceinture Verte con más de 90.000 hectáreas y situado entre 10 y 30 kilómetros del centro de París[52].
A él siguió en 2001 otro proyecto denominado Triangle Vert,
que abarca una zona fuertemente urbanizada situada a menos de 25
kilómetros de París. De su espacio total de 4.800 hectáreas, 1.716 se
destinan para la agricultura y están repartidas entre unos treinta
agricultores, la mayoría profesionales aunque también trabajan personas
jubiladas. La meta es asegurar el mantenimiento y el desarrollo de la
agricultura favorecida por la proximidad con la urbe y al mismo tiempo
reconocer el valor medioambiental, paisajístico y cultural del lugar[53].
En Alemania, país de gran
tradición de jardines hortícolas privados, se ha promovido en los
últimos años la diversificación de éstos y la construcción de huertos
urbanos. Además está en marcha desde 2003 el proyecto los Jardines Interculturales (Stiftung Interkultur), que en mayo de 2011 contaba con 112 jardines en 14 länders (estados federados)[54].
Como resultado de esta tradición y de las iniciativas de la
asociaciones locales de jardines comunitarios y de sus agrupaciones, en
2005 el 4,5 por ciento de su superficie estaba ocupada con huertos que
se concentraban en los bordes de Berlín, al norte (distrito de Pankow) y
sureste (distrito de Treptow-Köpenik), colindantes con áreas de verde
urbano, con grandes terrenos desocupados o con zonas boscosas del norte[55].
En Suiza, la ciudad de Renens ha creado más de 45
huertos en áreas de Censuy y 12 en Simplon en los últimos dos años. Al
total existen 249 parcelas de huertos urbanos[56].
En Italia, al norte de Milán, los huertos urbanos datan de la década de 1980 y tienen como objetivo crear una conexión entre el Parco Nord Milano y la ciudad[57]. Además el proyecto Orti Urbani creado en diciembre de 2006 por Italia Nostra, Associazione Nazional per la Tutela del Patrimonio Storico, Artístico e Naturale Della Nazione
ha hecho un llamamiento a todos los propietarios de superficies verdes
de todo el país que se unan a su causa y que las transformen en
jardines, huertos o parques "culturales". Con una preocupación
ambiental, promueve seminarios, conferencias además de divulgar
experiencias y hacer denuncias[58].
En Portugal existen diferentes
iniciativas en varias ciudades que tienen como objetico crear espacios
verdes y producir alimentos ecológicos. Una de ellos es el Plano Verde
que pretende crear corredores conectando los parques de la ciudad de
Lisboa que poseen huertos urbanos en zonas próximas a la capital, a lo
largo de un anillo de 7 kilómetros[59]. Otra es el programa Horta de Cascais
creado en este municipio en 2010 con el objetivo de potenciar la
calidad de vida de los ciudadanos y la calidad medioambiental del
territorio. Además, en el área urbana de Braga con 32 kilómetros
cuadrados había en 2007 cerca de 10 kilómetros cuadrados ocupados con
huertos familiares[60];
y en Oporto, había en octubre de 2009 doce huertas distribuidas en una
superficie de 2,5 hectáreas, con 350 usuarios y una larga lista de
espera de 700 personas[61].
En España, a partir de la década de
1990, urbanitas de diferentes ciudades se han puesto de acuerdo para
solicitar la puesta en marcha de reglamentos que
no solo permitan sino que incluso fomenten los huertos en solares
urbanos. Esto ha hecho que algunas administraciones públicas inicien el
proceso de regulación de uso de terrenos municipales para huertos
urbanos. Pero en muchos casos son las asociaciones, colectivos o
comunidades de vecinos los que por su propia iniciativa aprovechan
solares en desuso o parcelas abandonadas para organizar huertos y otros
espacios comunitarios.
En
Madrid existen muchas iniciativas de estas características. Unas
promovidas por asociaciones de vecinos, otras por instituciones
educacionales y fundaciones. Una de ellas está situada en la calle
Doctor Fourquet, nº 24, en el barrio de Lavapiés muy denso y sin
espacios verdes. Impulsado por el colectivo de vecinos denominado ¡Esto es una plaza!,
el huerto comunitario funciona como un lugar de intercambio y
desarrollo del tejido social con espacios de cultura, deporte y ocio,
según se puede observar en la figura 7. Antes de 2008 era un espacio
abandonado desde hacía más de 30 años. El fuerte apoyo de los vecinos
hizo que en diciembre de 2009 el Ayuntamiento les diera una cesión por 5
años[62].
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Figura 7. Distribución del espacio social colectivo ¡Esto es una plaza!, Madrid Fuente: <http://estaesunaplaza.blogspot.com/2010/01/queremos-recordar.html> |
También podemos citar el Huerto Comunitario de Ventilla (Tetuán), promovido por la Asociación
Vecinal Ventilla-Almenara y la Asociación Radio Almenara. Comenzó en
2009 con una subvención del Ayuntamiento de Madrid, desarrolla varios
proyectos y talleres (figura 8)[64].
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Figura 8. Vecinos trabajando en el Huerto Comunitario de Ventilla, Madrid Fuente: < http://www.aavvmadrid.org/index.php/aavv/Minisitios/Huertos-urbanos/Mapa-de-huertos-comunitarios-promovidos-por-asociaciones-vecinales/Huerto-comunitario-de-Ventilla-Tetuan/Quieres-ver-el-huerto> |
Con características diferentes, en
2011 la Fundación Carmen Pardo-Valcarce, que trabaja con personas
discapacitadas, ha puesto en marcha el proyecto medioambiental Rus in Urbe.
Nos referimos a la Huerta de Montecarmelo localizada al norte de la
ciudad de Madrid que cuenta con 146 huertos de 20 metros cuadrados, que
alquilan por 85 € al mes y son trabajados parcialmente por jóvenes
descapacitados. Asimismo poseen expertos que crean y diseñan huertos urbanos y asesoran a personas que quieren conseguir el máximo rendimiento de sus huertos[65].
También hemos encontrados en Madrid, huertos que tienen como finalidad la educación medioambiental. El Huerto Urbano Ecológico Siglo XXI, en Maratalaz, el huerto universitario de la escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y el del grupo GRAMA (Grupo de Acción para el Medio Ambiente).
En Sevilla una de las experiencias
de huerto urbano más antiguas la encontramos en el Parque de Miraflores,
Barrio de la Macarena. Se trata del Programa Huerta Las Moreras
con 20 años de existencia, ocupa 5 hectáreas del referido parque con
varios subprogramas, entre los que destacamos el del huerto de ocio y el
de los huertos escolares. Para el huerto de ocio, "se dispone de 160 parcelas que oscilan entre 75 y 150 m2 de agricultura hortofrutícola o floral en terreno municipal, destinándose los productos de la misma al autoconsumo"[66].
Otra experiencia es la Huerta del
Rey Moro que está localizada en la calle Enladrillada y es el mayor
espacio público no urbanizado en el casco histórico de Sevilla. El
destino del solar era otro, la construcción de viviendas; sin embargo la
oposición de los vecinos que reivindicaban un espacio verde, hizo que
el ayuntamiento se volviera atrás y lo transformase en un espacio
público de 5.000 metros para actividades comunitarias.
Este cambio de uso del suelo urbano
posibilitó la conservación de una área con importante valor
arqueológico ya que allí se encuentran restos de una antigua huerta del
siglo XV y la Casa del Rey Moro de finales del mismo siglo, considerada la más antigua construcción doméstica tras el Alcázar de Sevilla. Coordinado por la Asociación de Amigos de la Huerta del Rey Moro "La Noria", en este solar
se desarrollan actividades culturales, ecológicas y comidas populares,
etc. Para las actividades medioambientales se creó un programa de
huertos escolares en que unos 2.000 alumnos han realizado múltiples jornadas de trabajo en torno a la cultura hortofrutícola. En el huerto colectivo participan unos 150 vecinos y produce frutas como higos, moras, nísperos, limones, naranjas y hortalizas de temporada[67].
Además no podemos dejar de
mencionar los 250 huertos ecológicos existentes en el Parque
Tamarguillo. Un espacio verde que sirve de refugio y reproducción a
diferentes especies de aves y pequeños animales. Los hortelanos crearon
la Asociación de Agricultores Ecológicos y Cultural que reivindica la
cancelación de las obras de una autopista que dividiría el parque en
dos, destruyendo parte de los huertos y del ecosistema que conforma el
parque[68].
En Barcelona, como en Madrid y
Sevilla, las iniciativas son diversas y están vinculadas a la demanda
popular, en la mayoría de las veces representada por las asociaciones de
vecinos. Una de estas iniciativas lo promueve el ayuntamiento, a través
del Institut Municipal de Parcs i Jardins de Barcelona poniendo
en marcha un programa de huertos que situados en terrenos públicos
cuenta en 2011 con una red de 12 parcelas que tienen entre 20 y 40
metros cuadrados y que están dotadas de infraestructura suficiente para
el cultivo biológico. En el programa pueden participar solo los
jubilados mayores de 65 años [69].
Además de esta pequeña red de
huertos urbanos municipales, tienen importancia otras experiencias
impulsadas por asociaciones de vecinos y comunidades. Aunque este tema
será profundizado en una investigación posterior, tratamos aquí de
algunas iniciativas más sólidas. Una de ellas se localiza en la masía Can Masdeu,
ocupada desde diciembre del 2001 y que involucra a muchas familias y
grupos de Nou Barris. En su huerto comunitario formado por parcelas en
torno a la masía, unas 80 personas entre 20 y 85 años, cultivan en
grupos o de forma individual hortalizas, varios tipos de legumbres,
hierbas medicinales y aromáticas, etc. Desarrollan un proyecto de
educación medioambiental para niños y jóvenes y otras actividades
sociales de tipo lúdico (figura 9)[70].
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Figura 9. Huerto comunitario de la masía Can Masdeu, Barcelona Foto: Miriam H. Zaar (29-4-2011) |
Otra iniciativa está situada en el
centro histórico de Barcelona, en el Barrio de Sant Pere, en la plaza
Pou de la Figuera, y se denomina L'hortet del forat. Su origen
está vinculado al proceso de reurbanización de la zona y a la
reivindicación vecinal de espacios comunes. Se localiza en un espacio
que estaba abandonado y en él se planteaba la construcción de un hotel y
un parking[71].
El huerto es comunitario y tiene como objetivo promover un cambio de
actitud respecto a las cuestiones ambientales, para esto promueven
charlas de concienciación, organizan talleres que incluyen el
aprendizaje de diferentes aspectos inherentes al cultivo, incluso el
proceso de compostaje. Con los productos cosechados elaboran comidas
populares (figuras 10 y 11)[72].
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Figuras 10 y 11. L'hortet del Forat, Plaza Pou de la Figuera, Barcelona Fuente: <http://lhortetdelforat.blogspot.com/> Fechas: 7 de abril de 2010. |
Además de los huertos que ya están
"dando frutos" existen otros que todavía están en proceso de busqueda de
áreas disponibles y legalización de las actividades. Uno de ellos es el
Projecte d'horts urbans al Poble Sec, también en un barrio
central de Barcelona. Para ello se unieron y están trabajando, desde
julio de 2010, dos asociaciones de vecinos: la Associació de Veïns de Satalia y la Associació de Veïns de Poble Sec. El
informe preliminar señala que tienen como objetivos promover una
alimentación más saludable y mejorar los aspectos social, medioambiental
y paisajístico del barrio[73].
En la América anglosajona la
agricultura urbana también está presente y los objetivos principales son
el consumo de alimentos de calidad y el trabajo en comunidad, aunque,
cada caso tiene sus peculiaridades. Entre los ejemplos más
sobresalientes están las políticas desarrolladas en las ciudades de
Detroit (EE.UU.) y Vancouver (Canadá) que comentaremos a continuación.
En Detroit, y dando continuidad a otras experiencias desarrolladas anteriormente, The Garden Resource Program
ha promovido la ocupación de grandes espacios públicos y de barrios
industriales en desuso que suman unas 74.000 hectáreas. El resultado ha
sido la construcción de un amplio número de huertos colectivos
cultivados con hortalizas legumbres y frutales. Esta y otras propuestas
individuales o colectivas, como la de las granjas comerciales, pretende,
por un lado, resolver el problema de los solares vacantes localizados
en antiguas áreas industriales y transformar la ciudad en un líder
nacional de producción de alimentos provenientes de la agricultura
urbana. Por otro, corregir los hábitos alimentarios y de salud de la
población, y promover la recuperación de estos barrios respecto al
cambio de uso del suelo, formación de áreas verdes y seguridad
ciudadana. Los mayores problemas son el agua y los suelos industriales
contaminados por metales pesados y otros elementos químicos.[74].
Vancouver,
una de las ciudades con gran calidad de vida, también ha optado por
incentivar la práctica de agricultura urbana en espacios públicos o
infrautilizados. Según el Vancouver Food Policy Council,
esta actividad además de administrar alimentos, promueve el desarrollo
local e involucra a sus habitantes en el sistema local de producción de
alimentos. En 2010 había 80 huertos comunitarios ocupando más de 6
hectáreas. De ellos, 61 se encontraban en terrenos públicos y 19 en
áreas privadas cultivadas individual o colectivamente. En 2002, el 44
por ciento de los hogares vancuveritas poseían huertos.
Además, y con la finalidad de
estimular los circuitos cortos, se fomentan las empresas de agricultura
urbana para que provean la demanda local. En 2010 ocho empresas
utilizaban unos 9.300 metros cuadrados de patios y otras parcelas
urbanas para cultivar alimentos[75].
En este contexto, los huertos
urbanos así como los parques y jardines, son una oportunidad para que
los habitantes de las ciudades entren en contacto con la naturaleza.
Además, presentan otras ventajas importantes: son indicadores de un
cambio de valores, recuperan espacios urbanos abandonados o degradados,
satisfacen parte de la demanda de productos ecológicos de bajo coste,
fomentan las relaciones sociales, y el intercambio de experiencias y
productos, ya que se trata también de áreas de ócio al aire libre.
Aunque, como hemos visto, la iniciativa ciudadana individual o
colectivamente, casi siempre es quien toma las decisiones para la
implantación de huertos urbanos; las administraciones públicas, con
diferentes niveles de compromiso, también han colaborado y apoyado
proyectos para la creación y el mantenimiento de espacios verdes
urbanos y periurbanos en que las actividades hortícolas tienen un papel
destacado.
Huertos urbanos: ¿un concepto similar para ricos y pobres?
Hemos visto a lo largo de este
artículo, como en una sociedad predominantemente urbana, con una
economía cada día más globalizada y concebida como de "crecimiento
ilimitado" y de urbanización generalizada [76],
el consumo de productos ecológicos cultivados colectivamente y en área
urbanas está adquiriendo un creciente interés en todo el mundo. Una
realidad que la geógrafa Josefina Gomez Mendoza, reflejó en una frase
que introduce su obra sobre el Madrid decimonónico: "La ciudad moderna
ha querido expulsara la naturaleza hasta sus confines, sin lograrlo." [77]
y que evidencia cómo, contra muchos intereses, la naturaleza no solo ha
conseguido sobrevivir en este espacio, sino que ha ido ampliándolo
favoreciendo así una ciudad más humana y sostenible.
En la introducción de este
artículo hemos señalado que nuestro objetivo es analizar porque en las
últimas décadas, la naturaleza en forma de huertos y micro huertos se ha
multiplicado en los espacios urbanos y cómo algunos factores, entre
ellos, la concienciación, la organización ciudadana y en algunos casos
el apoyo institucional han sido imprescindibles para esto. Sin embargo,
al concluir esta primera fase de nuestra investigación, creemos
importante señalar algunos aspectos fundamentales sobre lo que hemos
estudiado. Uno de ellos es el hecho de que las razones por las que se
han impulsado los huertos urbanos en países desarrollados y
subdesarrollados están vinculadas entre si, aunque, de forma general,
pueden presentar, según la realidad de cada región o país,
características diferentes. Así, no podemos decir que los motivos que
impulsan a europeos y latinoamericanos a cultivar sus huertos sean
exactamente los mismos, pero si podemos afirmar que entre los que
participan de esta actividad, existe, de los dos lados del Atlántico, un
porcentaje importante de ciudadanos que actúan con objetivos
idénticos.
Es muy probable que un número
significativo de latinoamericanos cultiven huertos en su ciudad porque
les preocupa consumir productos de calidad y que, así como ocurre en
Europa, el camino más corto y económico es el huerto propio. Además,
pese a que los problemas de acceso a la alimentación básica están
resueltos en Europa, los períodos de crisis y de altas tasas de paro
como el actual pueden transformarse en ocasiones oportunas para el
desarrollo de esta actividad ya que proporciona alimentación sana,
trabajo al aire libre, al mismo tiempo que fomenta las relaciones
sociales.
Otro aspecto que merece ser
comentado es que el proceso de densificación urbana es global y que
muchos habitantes de las medianas y grandes ciudades en cualquier ciudad
del mundo tienen las mismas necesidades de disfrutar de áreas de ocio
al aire libre, de participar de actividades sociales y de debatir los
problemas ambientales que les afectan, así como promover la educación
medioambiental.
En este mismo
contexto encontramos otra ventaja en la agricultura urbana, que és el
“enverdecimiento” de las ciudades asociado a la mejora el paisaje urbano
y a las condiciones ambientales; y del cual deberían participar todas
las ciudades densamente pobladas, independientemente de su nivel de
desarrollo.
Un tercer aspecto, no menos
importante, es la iniciativa popular que dependiendo del grado de
organización posee mayor o menor capacitad para presionar a sus
gobiernos y está presente en todos los países democráticos.
Se trata de un proceso que, como
ya hemos comentado, presenta singularidades, pero no es dicotómico.
Aunque a primera vista tenemos la impresión que existe un abismo entre
las razones por las que se cultivan huertos urbanos en países
desarrollados y subdesarrollados, en realidad no es así. La simbiosis de
elementos, como la realidad local, puede dar origen a experiencias
análogas tanto en unos como en otros, porque el concepto "huerto urbano"
es similar.
Así,
por ejemplo, cuando la FAO estima que en algunos países en desarrollo,
más de la mitad de los hogares urbanos practican algún tipo de
agricultura urbana en patios traseros, azoteas, jardineras, huertos
comunitarios, escuelas, hospitales y tierras públicas libres, o cuando
señala que la agricultura urbana también genera
microempresas, que suelen dedicarse a la producción de fertilizantes
orgánicos, o al procesamiento y la venta de alimentos, describe una
realidad que podría darse también en el primer mundo. Sin embargo
cuando señala que esta producción puede aportar hasta el 60 por ciento
de las necesidades alimenticias de una familia, mejora substancialmente
la nutrición y permite a éstas gastar una parte mayor de sus ingresos en
otras necesidades, como educación y salud, entendemos que está
aludiendo a países en los que parte de la población posee bajos ingresos[78].
En este contexto, creemos que los
huertos urbanos representan mucho más que un lugar de conexión física
entre las ciudades, el medio rural y la agricultura, ya que por las
diversas razones comentadas promueven la mejora de la calidad de vida en
las ciudades. Como parte de la solución de problemas
relacionados con la insuficiencia alimentaria, la calidad de los
alimentos o la degradación ambiental provocada por los inputs
agrícolas, la industria y el comercio de productos a través de los
circuitos largos, la iniciativa de construir huertos urbanos ha asociado
a muchas personas y suscitado debates para la búsqueda de una economía
alternativa en una sociedad menos consumista y socialmente más justa.
A ello han
contribuido tanto las políticas públicas, como las iniciativas de
organizaciones sociales o particulares y los últimos avances
tecnológicos de información y comunicación (TIC) como Internet y sus
redes sociales, haciendo que comunidades de huertos urbanos de
diferentes regiones y países encuentren en el ciberespacio una
oportunidad para intercambiar ideas y experiencias.
En esta dirección,
el debate sobre cómo hacer que las ciudades sean más sostenibles
ecológicamente, ha dejado claro que la concienciación de los ciudadanos y
la tecnología tienen un papel fundamental y por esto, en este aspecto,
deben caminar juntas y de forma unívoca. Así, cuentan tanto las
iniciativas individuales o colectivas para, por ejemplo, la instalación
de placas fotovoltaicas, cómo la construcción de "azoteas verdes" o de
huertos verticales en edificios y casas.
Mas importante que promover las denominadas smart cities
o "ciudades inteligentes", una experiencia puntual y al alcance de
"unos pocos" en un futuro cercano, debemos, con la ayuda de la
tecnología disponible, poner en marcha proyectos o ampliar experiencias
como las que acabamos de mencionar. Una práctica que, de la mano de la
armonía social y la ecología, creemos que tendrá cada día más adeptos y que contribuirá a hacer una sociedad más equilibrada, preocupada con la preservación de los recursos naturales y con el planeta.
Notas
[2] FAO-COAG, 1999, capítulos III y IV: <http://www.fao.org/unfao/bodies/COAG/COAG15/X0076S.htm>
[3] FAO-COAG, 1999, capítulos III y IV: <http://www.fao.org/unfao/bodies/COAG/COAG15/X0076S.htm>
[4] <http://www.fao.org/economic/es-policybriefs/briefs-detail/es/?no_cache=1&uid=45052>.
Un quintil equivale a la quinta parte y es utilizado en economía para
caracterizar la distribución de los ingresos de una población humana.
[7] J. R. Hale, 1980, p. 16.
[8]
Horacio Capel, 2002, p. 230. Sobre el arte de la jardinería, su origen y
desarrollo y la elaboración de los diferentes tipos de jardines como
renacentistas, barrocos, formales y naturales véase Horacio Capel, 2002,
tercera parte.
[9] Planta
de la familia de las Ranunculáceas, de grandes flores rojas o rosáceas,
propia de lugares húmedos y laderas montañosas. Diccionario de la
Lengua Española. Real Academia Española. <http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=peonía>
[10] Joan Hernández Pijoan, 1964, p. 62 y José Manuel Matilla (ed.), 2005, 128 y 129.
[11] Gardens of the French Renaissence: < http://en.wikipedia.org/wiki/Gardens_of_the_French_Renaissance>
[12] Puede servir de ejemplo la obra Antiguo Jardín Botánico
de 1905 del expresionista alemán Max Beckmann, perteneciente a la
colección Lothar-Günther Buchheim, mostrando que también formaban parte
del paisaje urbano o suburbano de las grandes ciudades. Hans Pribil,
1981, ilustración 296
[15] Sobre el papel de las murallas en la estructura urbana véase H. Capel, 2002, p. 125-156.
[16] H. Capel, 2002, p. 318-326.
[17] H. Capel, 2002, p. 350-352.
[18] <http://ucanr.org/blogs/VictoryGrower_Blog/. Para ver un ejemplo publicitaria de la época acceder al vídeo http://www.vegetablegardener.com/item/8121/video-victory-garden-1942-edition>
[19] H. Capel, 2002, p. 352.
[20] Sobre la reducción de estas unidades agrícolas véase Jean-Pierre Peyon, 1988, p. 145-159.
[22]
Algunas reformas de la PAC han contribuido directa o indirectamente a
reducir la producción agropecuaria en Europa. Entre ellas las medidas de
2003 por las que se desvincularon las ayudas, de la producción y los
agricultores recibían estas por el solo hecho de poseer una explotación
agraria; y continuaron en vigencia para todos los productores agrícolas
siempre que mantuviesen sus fincas en buenas condiciones
medioambientales. Otras reformas están vinculadas a las retiradas de
tierra, dejándolas en barbecho; a la diversificación de la finca con la
inclusión de cultivos para fines no alimentarios y al establecimiento
de cuotas de producción como la de la leche, que a partir de 2008-2009 y
hasta 2015 se irá incrementando nuevamente y de forma paulatina. Para
ampliar la información se puede consultar, entre otros, el artículo de
Eugenio Cejudo García y Juan Carlos Maroto Martos, 2010 <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-318.htm>
[24] FAO-COAG, 1999, En el apartado 3 sobre La agricultura urbana y periurbana se obtienen mayores informaciones sobre los las instituciones que participan de estos proyectos: < http://www.fao.org/unfao/bodies/COAG/COAG15/X0076S.htm>
[26] <http://www.fao.org/docrep/012/al377s/al377s00.pdf>. Para obtener informaciones sobre estas actividades acceder a http://www.fao.org/economic/riga/riga-home/es/>
[28] <http://www.fao.org/ag/agp/greenercities/pdf/HD/HUP-HD-1.pdf y http://www.fao.org/docrep/012/al377s/al377s00.pdf>
[31] <http://www.ipes.org/au/Boletin/Boletin%2014/curso_brasil.html>.
Informaciones sobre los programas de crédito para la agricultura
familiar brasileña promovidos por el PRONAF están disponibles, entre
otros, en Miriam H. Zaar, 2011 <http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-351.htm>
[32] Según entrevista del Secretario Nacional de Segurança Alimentar e Nutricional: <http://www.ipes.org/index.php?option=com_content&view=article&id=186&Itemid=186> y <http://www.mds.gov.br/segurancaalimentar/desenvolvimentoterritorial/regioesmetropolitanas>
[36] Para mayores informaciones consultar la página oficial <http://www.sederec.df.gob.mx/agricultura_sustentable_np.html>
[37] Más informaciones se pueden encontrar en páginas Webs como <http://www.sederec.df.gob.mx/agricultura_sustentable_np.html> o Boletín de Agricultura urbana: <http://www.ipes.org/au/Boletin/boletin9/mexico.html>
[41] <http://www.fao.org/ag/agp/greenercities/pdf/HD/HUP-HD-6.pdf>. Para conocer detalles del programa <http://www.fao.org/docrep/013/i1881s/i1881s00.pdf>, p. 14
[44]
Para un estudio comparativo entre los balances energéticos y los usos
del suelo en la agricultura catalana véase Xavier Cussó, Ramón Garrabou,
José Ramón Olarieta y Enric Tello, 2006
[45]
Para mayores informaciones sobre la importancia de la política de
sustitución de alimentos en los países subdesarrollados véase José
Graziano da Silva et al, s/f <http://www.rlc.fao.org/es/agricultura/aup/pdf/politica.pdf>
[46] Citado por Manuel González de Molina y Juan Infante Amate, 2010, p. 125. <http://www.historiambiental.org/files/publicaciones/Revista%20de%20Econom%C3%ADa%20Cr%C3%ADtica_0.pdf>
[47]
Para profundizar el tema sobre los balances energéticos en la
agricultura consultar los trabajos de Xavier Cussó, Ramón Garrabou, José
Ramón Olarieta y Enric Tello, 2006, los de Óscar Carpintero y Manuel
José Naredo, 2006 y los de Manuel González de Molina y Juan Infante
Amate, 2010.
[49]
Sobre el papel que desempeñañ los espacios urbanos libres, esto es, no
construidos en el medioambiente véase José Feria y Jesús Santiago, 2009.
<http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-299.htm>
[51]
Para más detalles sobre las características de los huertos urbanos
londinenses y conocer su localización véase Nerea Norán Alonso,
2008-2009, p. 17-23
[52] Mayores informaciones sobre el Ceinture Verte y su importancia en la región d'Île-de-France pueden ser encontradas en el trabajo de Xavier de Buyer, 1988, p. 343-354.
[53] Más detalles se pueden encontrar en <http://www.trianglevert.org/IMG/pdf/CharteAgricoleTV.pdf>
[55] Sobre las características de estos huertos véase Nerea Norán Alonso, 2008-2009, p. 28
[57] Para más detalles sobre estos huertos véase Francesca Lotta, 2010, p. 66 <http://dialnet.unirioja.es/servlet/busquedadoc?db=1&t=francesca+lotta&td=todo>
[58] Otras informaciones en <http://www.italianostra.org/?page_id=209>
[60] Para ampliar esta información consultar <http://repositorium.sdum.uminho.pt/handle/1822/7988>, página 130
[67] Para mayores detalles sobre este huerto véase <http://www.abcdesevilla.es/hemeroteca/historico-10-05-2005/sevilla/Sevilla/recuperar-la-huerta-del-rey-moro_202387316960.html>
[71] Para entender este proceso véase Manuel Delgado, El "forat de la vergonya". El País, 10 de octubre de 2006. <http://www.elpais.com/articulo/cataluna/forat/vergonya/elpepiespcat/20061010elpcat_12/Tes>
[72] <http://lhortetdelforat.blogspot.com/ y entrevista con un miembro de la organización publicado en <http://www.santsonalliure.org/audio/2010-06-28/el_cargol_12_horts_urbans_1>
[74] Para ampliar las informaciones sobre el proyecto acceder a la página Web <http://law.wayne.edu/pdf/urban_agriculture_policy_paper_mogk.pdf>
[76] Sobre Las ciudades, el consumo y el crecimiento de suma cero véase H. Capel, 2011. <http://www.ub.edu/geocrit/b3w-930.htm>. Sobre la urbanización generalizada, véase H. Capel, 2010. <
http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-331/sn-331-7.htm>
[77] Josefina Gómez Mendoza, 2003, p. 17. También publicado en Desarrollo Rural y Sostenible, nº 10, otoño'11, p. 8.
[78] <http://www.fao.org/docrep/013/i1881s/i1881s00.pdf>
[78] <http://www.fao.org/docrep/013/i1881s/i1881s00.pdf>
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© Copyright Miriam Hermi Zaar, 2011
© Copyright Biblio3W, 2011
© Copyright Biblio3W, 2011
Ficha bibliográfica:
ZAAR, Miriam Hermi. Agricultura urbana: algunas reflexiones sobre su origen y expansión. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de octubre de 2011, Vol. XVI, nº 944. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-944.htm>. [ISSN 1138-9796].
Fuente: http://www.ub.edu/geocrit/b3w-944.htm
Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. XVI, nº 944, 15 de octubre de 2011
[Serie documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. XVI, nº 944, 15 de octubre de 2011
[Serie documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]
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