Desde el grupo participamos en el encuentro con dinámicas, mapeos del
cuerpo y experiencias compartidas entre mujeres de las comunidades y
mujeres y hombres feministas urbanas en Quito. Adjuntamos la declaración del
encuentro.
DECLARACIÓN DEL ENCUENTRO DE MUJERES FRENTE AL EXTRACTIVISMO Y AL CAMBIO
CLIMÁTICO
Quito, 14 de octubre de 2014
“La tierra y las mujeres no somos territorios de conquista”.
“Nosotras somos ricas, tenemos lo que quieras del territorio:
cazamos y pescamos, y hay toda clase de hortalizas.
¿Qué pobres vamos a ser? No tener naturaleza es ser pobre” [1]
Una forma de explotar a la naturaleza
es la extracción de petróleo y minerales que utiliza enormes cantidades de agua
y la contamina pues produce desechos tóxicos; estos químicos enferman también a
los suelos y a la gente. Las empresas petroleras y mineras cuando llegan a los
territorios causan grandes problemas, rompen el tejido comunitario y lo
reemplazan con conflictos en las familias, la división de comunidades, la
confrontación entre unos y otros. Los daños producidos por estas actividades
extractivas son a largo plazo, y duran mucho más que las utilidades económicas
que dicen generar.
Las mujeres de las zonas petroleras
sufrimos los impactos de las actividades extractivas en nuestros cuerpos; hemos
denunciado el aumento de enfermedades gastrointestinales, respiratorias,
dérmicas, el cáncer que crece en nuestros cuerpos y en nuestras familias. Las
mujeres somos sabias cuando decimos que “no queremos alcoholismo, no queremos
que haya prostitución, no queremos que los hombres nos golpeen. No queremos esta
vida que, por más que nos ofrezcan escuelas, letrinas o casas de zinc, no nos
haga sentir dignas”, como bien señala Patricia Gualinga lideresa del pueblo
kichwa de Sarayaku haciendo referencia a las consecuencias que la XI Ronda
Petrolera traería a sus vidas. Con las actividades petroleras y mineras también
disminuyen los productos agrícolas debido a la contaminación, hay muerte de los
animales, pérdida de zonas de cultivo, afectándose las fuentes de
sustento de las familias y de la comunidad.
Con la ampliación petrolera y minera
se ha intensificado el despojo de tierras y de los territorios de las
comunidades campesinas e indígenas. Con este proceso de despojo no sólo se han
vulnerado y desconocido los derechos sociales, económicos y colectivos de los pueblos
sino que se ha exterminado pueblos enteros física y culturalmente para
arrebatarles su tierras y explotar petróleo y minerales Un ejemplo es la
desaparición de los pueblos Tetete y Sansaguari. Las mujeres sufren más con el
despojo de los derechos y de sus territorios.
Nuestra presencia como mujeres en las
luchas socio-ambientales ha cobrado protagonismo, esto ha permitido denunciar
que la explotación de minerales, del petróleo, así como la explotación de las
mujeres. Todas estas formas de explotación tienen un origen común: el
sometimiento a un modelo de desarrollo que subordina la vida a la acumulación
del capital expresado en el extractivismo que desvaloriza, en la práctica, el
trabajo de conservación y cuidado de la vida y del patrimonio natural que durante
siglos hemos realizado las mujeres en estas comunidades rurales. Nosotras
además de defender la vida, el agua, el territorio, velamos por la salud de la
familias, por la soberanía alimentaria, por los derechos y la defensa
de la madre Tierra haciéndole frente al sistema capitalista que se
expresa en el extractivismo depredador y que es inequitativo, injusto, ignora a
las mujeres, prioriza la reproducción del capital por encima de la reproducción
de la vida.
Si bien es cierto que los procesos de
degradación y contaminación afectan a la comunidad en su conjunto, existe mayor
vulnerabilidad en mujeres, niños y niñas y personas de la tercera edad, debido
a la exposición directa a los contaminantes y al desconocimiento de los
principales factores de riesgo asociados a ellos. Los impactos de las
actividades extractivas alteran el ciclo de reproducción de la vida, cuya
regeneración recae sobre las espaldas de las mujeres. Por eso Tenemos el
desafío de construir el verdadero “buen vivir” recuperando la memoria de
nuestros pueblos, ahí las mujeres jugamos un rol importante para reconstruir el
futuro.
Hoy nos juntamos mujeres afectadas
por petróleo y minería. Mujeres que luchan incansablemente contra la amenaza de
la expansión minera con el Proyecto Mirador en Zamora Chinchipe, el proyecto
Panantza San Carlos en Morona Santiago; estamos mujeres de comunidades
amenazadas de ser expulsadas de su territorio en Intag por el proyecto
Llurimagua; mujeres que nos enfrentamos a la violencia de la militarización
tanto sobre nuestros territorios como sobre nuestro hijos, primos hermanos,
padres; mujeres que somos criminalizadas por resistir a la minería en
Quimsacocha, porque defendemos el agua y la vida; mujeres amazónicas que
caminaron desde la selva a la capital ecuatoriana para demandar al gobierno la
no explotación petrolera en los territorios Shiwiar, Kichwa, Sápara y por la No
explotación del Yasuní; nos juntamos hoy mujeres de pueblos que dan la cara
ante la evidente vulneración de los derechos de los pueblos indígenas,
campesinos y de la Pachamama.
POR ESO LAS MUJERES REUNIDAS EN QUITO
EN EL ENCUENTRO DE MUJERES Y EXTRACTIVISMO DEMANDAMOS VERDADERAS SOLUCIONES:
No queremos alternativas de
desarrollo que han significado extinción de las culturas y los pueblos; este es
un desarrollo de muerte, de destrucción, centrado en la explotación,
principalmente de petróleo y minerales. Este desarrollo no tiene futuro, lo
sabemos porque ya lo hemos vivido desde hace más de 500 años. Nosotras tenemos
la alternativa al desarrollo.
Por eso PLANTEAMOS:
- recuperar la soberanía alimentaria
- recuperar a soberanía hídrírca
- recuperar la soberanía energética , es decir
- recuperar a la madre tierra como nutriente de nuestros cuerpos, de nuestra gente
- producir para generar alimentos sanos para el Buen Vivir
Por eso estamos luchando para que los
minerales se queden en el subsuelo, y que el petróleo de la amazonía se quede
si explotar. Estas son las verdaderas soluciones al cambio climático y una
forma de conservar nuestra biodiversidad que es nuestra verdadera riqueza.
Así también demandamos la
reciprocidad de los pueblos urbanos, de los que tradicionalmente hemos recibido
racismo, negación hacia nuestros derechos, nuestras culturas; ahora planteamos
reconocernos mutuamente para generar mayores lazos de trabajo conjunto, un
mirada común de los distintos territorios incluido el urbano.
NOSOTRAS TENEMOS LAS VERDADERAS
SOLUCIONES AL CAMBIO CLIMÁTICO
NOSOTRAS NO QUEREMOS DESARROLLO, YA
TENEMOS NUESTRA RIQUEZA Y FORMAS DE VIDA QUE SON RESPETUOSAS DE LA VIDA Y LA
NATURALEZA.
[1] Testimonios recogidos en “La vida en el centro y el crudo bajo tierra: El Yasuní en clave feminista” del Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo. 2014.
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