miércoles, 5 de junio de 2013

COMUNICADO: LA REDSA Y LA EVAN EN APOYO A LA CAMPAÑA VENEZUELA LIBRE DE TRANSGÉNICOS

La Escuela Venezolana de Alimentación y Nutrición y la Red de Defensoras y Defensores de la Seguridad y Soberanía Alimentaria rechazamos categóricamente la pretensión de algunos sectores del país de permitir la introducción de semillas transgénicas, también conocidas como Organismos Modificados Genéticamente (OMG), por considerarlas como un arma de control biológico imperial impulsada por empresas transnacionales como Monsanto, que pretenden apoderarse de la vida, patentarla, modificarla, con el único propósito de aumentar sus ganancias y apoderarse de los sistemas de producción y distribución de alimentos, en detrimento de la salud humana y ambiental.
En la Venezuela Bolivariana, el Comandante Chávez sentó las bases políticas para rechazar este tipo de injerencia imperial desde que en el 2006, en Brasil, se pronunciara acerca de las llamadas semillas “terminator”, las cuales generan plantas resistentes a los tóxicos y venenos más potentes de la agroindustria como el glifosato, principal compuesto activo del agroquímico comercializado por Monsanto con el nombre de “Round Up”.
Así mismo, el Quinto Objetivo histórico del Plan de la Patria 2013-2019, propone “CONTRIBUIR CON LA PRESERVACIÓN DE LA VIDA EN EL PLANETA Y LA SALVACIÓN DE LA ESPECIE HUMANA”. En este sentido, se propone la construcción de un modelo ecosocialista, “basado en una relación armónica entre el hombre y la naturaleza, que garantice el uso y aprovechamiento racional, óptimo y sostenible de los recursos naturales, respetando los procesos y ciclos de la naturaleza”. Así mismo, el quinto objetivo estratégico nos exige “Promover, a nivel nacional e internacional, una nueva ética socio-productiva, que impulse la transformación de los patrones insostenibles de producción y de consumo capitalistas”.
Bajo estas premisas, que tan sabiamente el Comandante Supremo nos dejó como legado, es impensable permitir que nuestros alimentos se produzcan partiendo del modelo agroindustrial capitalista del cual responde la ingeniería genética y sus semillas transgénicas, y nos preocupa seriamente que la propia empresa Monsanto, asegure en su página web que distribuye semillas de maíz híbrido a nuestra Patria desde hace al menos tres años.
Está demostrado que los alimentos modificados genéticamente tienen importantes impactos en la salud humana y ambiental, relacionado a alergias, tumores cancerígenos, enfermedades inmunodepresoras, así como a la contaminación de los suelos, el aire, el agua y los alimentos, como consecuencia de los tóxicos con los que vienen acompañados estos paquetes tecnológicos, donde la semillas vienen con herbicidas, fungicidas y fertilizantes químicos altamente contaminantes. Sin embargo, el poder de las transnacionales ha evitado que esta información se propague, y pagan millones de dólares al  año en financiar investigaciones científicas que sustenten lo contrario. Por si fuera poco, los cultivos transgénicos son capaces de contaminar especies silvestres o ancestrales a través de procesos no controlados como la propagación natural de gametos de los órganos sexuales de las plantas a través del aire, insectos, aves, etc., convirtiéndose en un verdadero peligro para la vida en el planeta.
Es importante resaltar que la incorporación de los transgénicos en el mundo fue llevado a cabo desde los Estados Unidos en el gobierno de Ronald Reagan; precisamente, el presidente norteamericano que impulsó el salto del modelo capitalista keynesiano, al modelo del neoliberalismo salvaje, donde se fueron eliminando todas las regulaciones posibles del estado, en aras del beneficio de los que verdaderamente ostentan el poder en ese modelo, las grandes transnacionales. Por lo tanto los OMG, representan la extensión agroalimentaria del neoliberalismo.
En este sentido, el año pasado FEDEAGRO, el ala agrícola de la golpista FEDECAMARA, introdujo un proyecto donde pretende incorporar a la Monsanto en un plan para “optimizar” y “aumentar la productividad” de maíz y soya en el país. Este plan perverso es justificado en todo el planeta por supuestas intenciones altruistas, asegurando que los OMG salvarán al mundo del hambre o que incrementan sostenidamente la producción de alimentos,  e inclusive, ahora utilizan el discurso del cambio climático, asegurando que sólo a través de los transgénicos la agricultura sobrevivirá al calentamiento global. No obstante, la realidad es que más de la mitad de la producción de alimentos del mundo sigue siendo producida por tecnologías ancestrales, y que la alta productividad derivada de la agroindustria química y transgénica, comienza rápidamente a descender por el impacto negativo de estas técnicas en la calidad de los suelos y la biodiversidad, requiriendo cada vez más agroquímicos depredadores. Así mismo, son los OMG los más vulnerables a supuestos cambios climáticos y a ataques de plagas por responder a la lógica del monocultivo, y no al respeto de la biodiversidad y el equilibrio natural. En tal sentido, es importante recalcar, que el sistema capitalista ha desaparecido forzosamente a más de 90% de la biodiversidad alimentaria del mundo, al tiempo que impone un modelo latifundista de monocultivo, con el que desplazan y asesinan a miles de campesinos e indígenas, así como han deforestado, y siguen deforestando miles de hectáreas de selvas y bosques.
La dominación imperial tiene diversas caras, no sólo a través de las armas, o de la industria cultural, sino que, muy por el contrario, después de la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento de los Estados Unidos como potencia económica, tecnológica y militar, el gobierno de este país se ha propuesto establecer un verdadero control alimentario a través de la mal llamada revolución verde y la utilización de químicos extremadamente peligrosos, utilizados muchos de ellos como armas de guerra, siendo empresas como la Bayer, y ahora la Monsanto, sus principales productores. Un personaje nefasto del poder norteamericano como el agente de la CIA Henry Kissinger, dijo en la década de los setenta, “controla el petróleo y controlarás los gobiernos, controla los alimentos y controlarás los pueblos”. Este principio sigue siendo parte fundamental de la política exterior norteamericana, como lo demuestra hoy el caso de los transgénicos en todo el mundo.
Es importante recalcar que en Venezuela esta política tiene aliados estratégicos e históricos como la extinta Agroisleña, hoy Agropatria, que impulsó y cambió el modelo productivo campesino y ancestral por el de la agroindustria y la mal llamada Revolución Verde (o mejor, tóxica). Otro aliado estratégico de   las políticas imperiales en el país es la Polar, quien, por ejemplo, no sólo se ha abocado a dar un golpe económico a la Revolución Bolivariana, a través del acaparamiento de alimentos donde tiene un monopolio que aún maneja alrededor del 50% de los alimentos en el país, sino que históricamente se apropió y modificó nuestras gastronomías y formas de producción de alimentos, como lo ejemplifica la imposición de  la harina de maíz blanco. Para incorporar los excedentes norteamericanos de este tipo de cultivo, la Polar impuso la fabricación de harina de maíz blanca inundando el mercado y los medios de comunicación con sus productos, haciéndonos dependientes de un alimento empobrecido, sin fibra ni aminoácidos esenciales, producto de procesos de refinamiento que alteran los nutrientes naturales del maíz, excluyendo de los mercados capitalistas la grandiosa diversidad de maíces, leguminosas, frutos tropicales, en aras de un mercado homogeneizado, más fácil de controlar, y consecuente con el modelo cultural industrial de la dominación capitalista. En tal sentido, podemos evidenciar que el sistema capitalista pretende desaparecer nuestra diversidad cultural, al tiempo que depreda el ambiente y merma la biodiversidad de nuestro planeta, en especial de nuestro mundo tropical que posee alrededor del 80% de la biodiversidad de nuestro mundo.
En este escenario, nos solidarizamos como Red de Defensores y Defensoras de la Seguridad y Soberanía Alimentaria y como Escuela Venezolana de Alimentación y Nutrición con la Campaña Nacional de Venezuela Libre de Transgénicos, ya que consideramos que el alimento, así como se ha convertido en un arma de manipulación y dominación, también puede ser un arma de liberación de los pueblos, sólo consecuente con el fortalecimiento de los sistemas ancestrales de producción, como lo es el conuco y su respeto a la biodiversidad, las semillas campesinas y el rescate de rubros autóctonos altamente nutritivos y adaptados a nuestro medio como la pira, el maíz cariaco, el sagú, el quinchoncho y la paspasa, diversidad de chirimoyas, el mamón y el cotoperí, entre muchos otros rubros que han sido relegados por el mercado capitalista a pesar de sus potencialidades nutricionales indiscutibles.
La Seguridad y Soberanía Alimentaria, no sólo se refiere a la disponibilidad de alimentos, sino también a que estos alimentos sean saludables para la vida del planeta y respeten las culturas campesinas y ancestrales, sólo posible en un modelo Ecosocialista.
Chávez vive, la Lucha Sigue
Por una Venezuela Libre de transgénicos

0 comentarios :

Publicar un comentario