Por: Mariano Rosa
Según anticipó el ministro de agricultura Casamiquela “este año sí o sí tiene que avanzar la modificación a la ley 20247” llamada de “Semillas y creaciones fitogenéticas”. Esta legislación regula la producción y comercialización de las semillas en Argentina y hasta hoy declara no patentables a las variedades vegetales, plantas y semillas. Hace pocas horas pudimos acceder al anteproyecto final de la nueva Ley que impulsa el gobierno nacional junto a los pooles sojeros y Monsanto que modifica sustancialmente ese andamiaje legal. En este artículo explicamos las consecuencias y nuestra posición alternativa.
El anteproyecto de la nueva ley de semillas viene siendo manejado de forma secreta y confidencial. Lleva casi dos años de “cabildeos” entre los pooles, Monsanto y el ministerio de agricultura. El objetivo central es dar una vuelta de tuerca fundamental y habilitar el patentamiento privado de las semillas y prohibir el uso propio de las semillas por parte de los productores para su reutilización en la siguiente cosecha. Podríamos sintetizar diciendo lo siguiente:
Además de lo anterior ilegaliza la selección, mejoramiento o intercambio libre de semillas a partir de la cosecha anterior. Según el anteproyecto de ley, solamente podrán intercambiar semillas quienes estén inscriptos en el “Registro Nacional de Usuarios de Semillas”.
La nueva ley avanzaría además en la privatización del primer eslabón de la producción de alimentos como son las semillas. Monsanto, por ejemplo, podría patentar semillas modificadas genéticamente y tener derecho de propiedad privada sobre las mismas. Así nadie las puede utilizar si no se las compra o paga regalías
Establece un sistema policial para asegurar que el articulado de la ley se cumpla y permite el decomiso y embargo de los cultivos y cosechas de quienes sean acusados de no cumplir con la ley considerándolos, además, delitos penales
En resumen: esta legislación está diseñada para terminar de garantizar el control hegemónico por parte de Monsanto –y otras corporaciones- del mercado de semillas y todo el paquete biotecnológico –glifosato incluido- para la producción de alimentos en el país. Quien controla qué se planta controla qué se come, cuánto cuesta y de qué naturaleza es.
La nueva ley avanzaría además en la privatización del primer eslabón de la producción de alimentos como son las semillas. Monsanto, por ejemplo, podría patentar semillas modificadas genéticamente y tener derecho de propiedad privada sobre las mismas. Así nadie las puede utilizar si no se las compra o paga regalías
Establece un sistema policial para asegurar que el articulado de la ley se cumpla y permite el decomiso y embargo de los cultivos y cosechas de quienes sean acusados de no cumplir con la ley considerándolos, además, delitos penales
En resumen: esta legislación está diseñada para terminar de garantizar el control hegemónico por parte de Monsanto –y otras corporaciones- del mercado de semillas y todo el paquete biotecnológico –glifosato incluido- para la producción de alimentos en el país. Quien controla qué se planta controla qué se come, cuánto cuesta y de qué naturaleza es.
El rol de la FAO, la Vía Campesina y el Evita en Argentina
La Organización Mundial de la Alimentación –FAO por sus siglas en inglés- es la contracara imperialista de la ONU, la Organización Mundial de la Salud o la OTAN en el terreno militar. Históricamente la Vía Campesina –coordinación internacional de movimientos campesinos como el MST de Brasil y otros- denunció el rol de la FAO como garante del avance del modelo de los agronegocios, del despojo territorial, del monopolio de Monsanto, etc. Sin embargo en octubre del año pasado la FAO suscribió con la Vía Campesina un acuerdo de “colaboración”. ¿Coexistencia pacífica entre los agronegocios y los pequeños agricultores? Concretamente, la FAO como mascarón de de proa de Monsanto y las grandes cerealeras otorga en las legislaciones nacionales de patentamiento de semillas algunas mínimas concesiones a las organizaciones campesinas que aceptan lavarle la cara a esos andamiajes legales a cambio de migajas. En Argentina por eso, no es casualidad que el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI)–que hace parte de la Vía Campesina- y el Evita –con Pérsico como flamante secretario de agricultura familiar- participaron de “modificaciones” en el anteproyecto de ley de semillas y dejaron de criticar el modelo “Monsanto” que cuenta con su silencio cómplice. Por eso, hace pocos días el propio Pérsico en una entrevista señaló “que la ley de mercado y la agricultura familiar tienen que convivir” y reconoce que “el MNCI y su subsecretaría se sentaron a compatibilizar criterios con los grandes pooles y entidades como AAPRESID”. Una verdadera traición política.
No a la Ley Monsanto: otro modelo agroalimentario para otro modelo de país
Por todo lo dicho hay una tarea inmediata para desarrollar: multiplicar nacionalmente el rechazo a la nueva Ley Monsanto para acumular masa crítica que se movilice en todo el país. En el mismo sentido, es clave –y así siempre lo planteamos desde la Red Ecosocialista- discutir una propuesta alternativa de modelo agroalimentario. Para empezar ese modelo alternativo tendría que partir de priorizar las necesidades alimentarias, nutricionales y socioambientales de las grandes mayorías planificando a partir de allí la producción y distribución de alimentos. Esto supone discutir la propiedad de la tierra y la reforma agraria; supone prohibir los transgénicos, el glifosato y todos los pesticidas; supone además trazar un plan de recolonización del campo –sin pooles ni terratenientes- e implica una extendida intervención estatal y planificación social en la distribución con accesibilidad de la mayoría de la población. El llamado esquema de circuitos “cortos” de comercialización sorteando el kilométrico –y contaminante e inflacionario- recorrido de los alimentos desde el productor a la góndola y la mesa de cada casa. Todo implica un cambio de matriz productiva integral, de orientación anticapitalista y perspectiva ecosocialista. Estas son las coordenadas que defendemos para una necesaria y posible transición agroalimentaria.
FUENTE: http://as.mst.org.ar/
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